Habitualmente, la aprobación pontificia de los estatutos o constituciones de las congregaciones religiosas se realiza varas décadas después de la fundación de la congregación. Los Clérigos de San Viator aún no tienen siete años de existencia cuando el venerable Luis Querbes emprende la gestión de la aprobación pontificia para su congregación para asegurar la estabilidad de la Sociedad cuya existencia iba ligada a una administración episcopal considerada provisional. Además era consciente de sus problemas de salud; quería dejar las cosas en orden por si tuviese que confiar la Sociedad a otro superior.
Recurrir a Roma era también buscar una aprobación que permitiría la extensión de la Sociedad, sin que los obispos pudieran adaptarla a su gusto. Además, Luis Querbes pretendía que fuese reconocida la rama laica, suprimida en la última revisión de los estatutos por el Consejo Episcopal de su diócesis.
En efecto, a fin de ser presentados a la Santa Sede, los estatutos sufrieron una última revisión en el arzobispado, en febrero de 1838. Lo referente a la cofradía desapareció completamente del texto. Sin embargo, el Padre Querbes redactó muy meticulosamente, en francés y latín, un capítulo adicional sobre los catequistas seglares. No era solo un “decreto de alabanza” lo que el fundador esperaba, sino más bien la aprobación definitiva de la regla.
El venerable Luis Querbes salió para Roma, el 8 de mayo de 1838 con los estatutos de la Sociedad. Su estancia en Roma comprendió tres periodos de tiempo y muchas gestiones.
El importante “Breve pontificio de aprobación”, sería publicado el 31 de mayo de 1839, y llevado a Francia por Pauline Jaricot, a su regreso de una peregrinación a Roma.