En estos días es noticia la llegada continua de inmigrantes a las costas de las Islas Canarias. En el año 2019 más de 120.000 inmigrantes llegaron a las costas europeas.
El Papa Francisco, en su reciente Encíclica FRATELLI TUTTI, nos advierte que ante este fenómeno de la inmigración hay muchas vidas que se desgarran. En el nº 37 de esta carta, el Papa escribe: “Muchos escapan de la guerra, de las persecuciones, de catástrofes naturales. Otros, con todo el derecho, buscan oportunidades para ellos y sus familias. Sueñan con un futuro mejor”.
Los cristianos no podemos compartir ciertas ideas y actitudes de tipo xenófobo. Una de las mayores convicciones de nuestra fe es “la inalienable dignidad de cada persona humana más allá de su origen, color o religión, y la ley suprema del amor fraterno” (Fratelli Tutti nº 39).
Los obispos canarios acaban de publicar una carta pastoral sobre la inmigración ofreciéndonos algunas reflexiones que nos ayuden a tomar conciencia de la situación de pobreza y vulnerabilidad que viven estas personas y, especialmente, nos invitan a ponernos manos a la obra para que nadie se sienta marginado o despreciado, sino que todos experimenten la acogida, la atención y el respeto que como personas humanas se merecen.