El secreto de la vida cristiana es el amor, y un amor dado y expresado desde las cosas más pequeñas o que consideramos “simples”. Lo anterior, lo he vivido con gran agrado en compañía de la comunidad chilena. Han sido cuatro meses en los cuales he podido ser testigo de expresiones de fraternidad, acogida, servicio y hospitalidad. Un caminar que se ha hecho ameno y que en oración activa, (ya sea en comunidad o personal) ha sido parte fundamental la cercanía de Dios en este proceso.
Así mismo, la muerte de mi hermanastro Juancho, y la de mi formador de postulantado el P. Rafael Sanabria, han sido acontecimientos muy duros y difíciles de sobrellevar, pero que con el cariño y la oración de la comunidad viatoriana de Chile he podido enfrentar de la mejor manera.
Finalmente, la experiencia vivida en Conferre ha sido muy gratificante, no solamente en lo académico, sino que también en lo fraterno; me he sentido apoyado por hermanos que se encuentran en la misma etapa de formación y que, con sus testimonios y vivencias, desde la diversidad de carismas, contribuyen a una mejor comprensión de la acción del Espíritu en la Iglesia.
Gracias a cada uno de ustedes por sus oraciones y compañía, al igual que por enseñarme parte de lo que son ustedes y de las riquezas de este país (Chile). Dios los siga bendiciendo y acompañando en cada una de sus actividades.
Agradezco especialmente a mi formador. P. Eduardo Millán y los PP. Kepa y Marcelo y a los hermanos Gustabo y Octavio, con quienes he tenido la oportunidad de compartir más tiempo. También agradezco la labor que realiza la Sra. Isabel, quien nos atiende en nuestra casa.