En uno de los encuentros de Juan Carlos Elizalde, obispo de Vitoria, con los curas de la diócesis sobre la Eucaristía, me llamó la atención una frase del número 11 de la introducción al misal romano: «El Concilio de Trento ya había caído en la cuenta de la utilidad del gran caudal catequético de la misa». ¡Qué curioso! Y es verdad. Basta echar un vistazo a nuestras comunidades cristianas, parroquiales o colegiales, y ver con qué esmero preparan las celebraciones de la Eucaristía para que sean catequéticas. Una de estas comunidades dice en su web: “La iniciación a la liturgia se hace por la participación en la misma y por la educación dada en la familia y en las catequesis. La misa es el lugar privilegiado para el encuentro de Dios y la persona”. Incluso hace unos años, una catequista dijo que la Eucaristía es la mejor catequesis. ¡Vaya!
El papa Francisco, en la primera de las quince catequesis que realizó sobre la misa entre noviembre de 2017 y abril de 2018, hablaba de la Eucaristía como «esa fuente que “fluye agua viva” para la vida eterna»; de que es «un suceso maravilloso en el cual Jesucristo, nuestra vida, se hace presente». Y llamaba la atención: «La misa no es un espectáculo: es ir a encontrar la pasión y la resurrección del Señor».
¿Qué tal si, como catequistas, leyéramos estas catequesis y reflexionáramos sobre ellas? Ya sabemos cómo es el estilo de nuestro Papa: sencillo, a la vez que profundo. Creo que nos estimularía para vivir mejor la Eucaristía y hacerla también más catequética.
Francisco, papa, La misa, corazón de la Iglesia. Centre de Pastoral Litúrgica. Barcelona 2018, 68 pp.