La catequesis se inspira en el catecumenado, así nos lo recuerda el Directorio para la catequesis en su n. 64. Y ahí mismo coloca el carácter pascual como el primero de los principales elementos del mismo: «En el catecumenado, todo está orientado hacia el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. La catequesis comunica el corazón de la fe de una manera esencial y existencialmente comprensible, poniendo a cada uno en contacto con el Resucitado, ayudándole a reinterpretar y vivir los momentos más intensos de su vida como pasos pascuales».
A nosotros, catequistas, nos toca «hacer que el anuncio de su Pascua resuene continuamente en el corazón de cada persona, para que su vida se transforme» (Directorio, 55).
Somos personas de la Pascua, testigos del Resucitado. Si Jesucristo no no hubiera resucitado, nuestra fe y nuestra catequesis serían vanas (Cf. 1 Cor 15,14).
¡Alégrate, catequista, y salta de gozo! Jesús resucitado es el fundamento de tu vida y de tu misión de catequista.
Que sigas contagiando esa inmensa alegría que nace de la Pascua, a los niños, adolescentes, jóvenes o adultos que acompañas.
¡FELIZ PASCUA!