Ya en los primeros números del Directorio para la Catequesis, aparece la palabra ‘acompañamiento’. Fíjate en lo que dice en el número 3:
«A la luz de estas líneas que caracterizan la catequesis en clave misionera, se redescubre también la finalidad del proceso catequético. La comprensión actual de los dinamismos formativos de las personas plantea que la unión íntima con Cristo, objetivo final de la propuesta catequética señalado siempre por el Magisterio, no solo debe ser presentada como un gran valor en sí, sino que debe realizarse con un proceso de acompañamiento. En efecto, el complejo proceso de interiorización del Evangelio implica a toda la persona en su propia experiencia de vida. Solo una catequesis que se concentre en la respuesta a la fe que cada persona debe dar, puede centrar la finalidad indicada. Ése es el motivo por el cual el presente Directorio insiste en la importancia de que la catequesis acompañe la maduración de una mentalidad de fe con una dinámica de transformación, que en definitiva es una acción espiritual. Ésa sería la forma propia y necesaria de la inculturación de la fe».
Es curioso constatar que palabras como ‘acompañar’, ‘acompañamiento’, ‘acompañante’, aparezcan en el Directorio cerca de 90 veces. En algunos de los posteriores ‘minutos’ trataremos de profundizar un poco más en el acompañamiento y en nuestro papel como catequistas acompañantes.