Álvaro Ginel, en el libro que recoge las ponencias y comunicaciones de las XXVII Jornadas de AECA (Asociación Española de Catequetas)*, nos dice: «Acompañar es saber unirse al otro como Jesús lo hace camino de Emaús. Lo que llama la atención en este relato es que Jesús no dice ¡Stop, media vuelta! Ustedes están equivocados. Jesús sabe bien que el futuro se juega en Jerusalén y que Emaús no constituye nada más que un callejón sin salida. Pero se une a ellos en su camino y los acompaña en sentido equivocado, puesto que él sabe bien que la mejor manera de acompañar al otro es hacer un trozo del camino con él. Camina con ellos en dirección contraria a Jerusalén, sí. Pero Jesús sabe muy bien lo que hace. Hacer con ellos ese camino será lo que les abra los ojos (¡no una orden desde fuera!) y los lleve a la conclusión de que hay que desandar lo andado. Esta es la tarea que tenemos por delante: ¡Apasionante!».
Sí, apasionante y delicada tarea. Alguien decía que para ser un buen acompañante hay que dejarse acompañar. Catequista-acompañante con ese profundo sentimiento de ser acompañado por el Señor en la senda de la vida y con la experiencia de ser acompañado en tu camino de seguimiento al Maestro por otro hermano, otra hermana, y tu comunidad. ¡Ánimo, esmerada, esmerado catequista-acompañante! Y que tú también goces de un cuidadoso acompañamiento.