Entresacamos del documento “Llamados a acompañar” de Acción Católica, a propósito del relato de los discípulos de Emaús: «Jesús, nos acompaña siempre, no nos deja solos. Él se hace presente, camina con nosotros, nos escucha, se hace eco de la realidad de nuestra propia vida, no se impone ni nos marca el paso, sino que nos ofrece una cercanía discreta, que posibilita el encuentro y la capacidad de llegar a reconocerlo, ayudándonos a releer nuestra vida desde la fe, hasta el momento en el que podamos exclamar “¿no ardía nuestro corazón?”. Jesús a lo largo de su vida también se dejó acompañar. Los apóstoles, María su madre, el grupo más amplio de discípulos, los amigos de Betania que fueron para Él lugar de reposo, diálogo y encuentro gratuito: se dejó querer, se dejó arropar, pidió ayuda en momentos duros, buscó ratos y lugares donde compartir en el calor de la amistad con los compañeros. El acompañante por excelencia supo también vivir acompañado. “Marchemos a la otra orilla” (Cf. Mc 4, 35-41)»*.
Catequista: ¡déjate acompañar! En este mes de María, déjate acompañar por nuestra Madre y, con ella, disfruta de las personas que te pueden proporcionar reposo, diálogo y encuentro gratuito.
*CRESPO HIDALGO, A., El acompañamiento espiritual a la luz de la Evangelii Gaudium. Málaga, 2015.