Miguel Ángel Conesa, en la sección “hijos felices” de la revista Mensajero de este mes, propone “enseñar desde el asombro”. Y termina así su artículo: «Deja que se sorprendan y fomenta que lo hagan. La emoción que genera, aunque sea breve, ayuda a que fijen el aprendizaje, porque lo refuerza. Sabemos ya que lo que aprendemos asociado a una emoción se convierte en significativo. Cuenta con la sorpresa a la hora de educarles».*
Ya, Jesús Rojano, salesiano, decía en la revista Catequistas de febrero de 2018: “Cultivar en la catequesis, en todas las edades, la «capacidad de asombro» ante la belleza y ante valores como el amor, el servicio gratuito, la inmensidad de la creación, como cuenta Manuel Bru, delegado de catequesis de Madrid, en un breve e interesante libro: «Asombro y empatía. Dos claves para renovar el lenguaje de la evangelización y de la catequesis».**
Algo semejante podrías concluir, catequista. Cultiva, cultivemos el asombro. Jesús, sus palabras y sus hechos, han causado asombro en muchísimas personas a lo largo de la historia. Fomentemos el asombro y aprovechemos la curiosidad natural de nuestros catequizandos. Y tú, también, déjate asombrar por Jesús y por las personas que Él te ha encomendado. Seguro que, bajo esa capa de asombro, descubrirás la acción de Dios en sus vidas y en la tuya. ¡Déjate asombrar!
* Miguel Ángel Conesa, Enseñar desde el asombro, Mensajero 1.559 (Noviembre 2023), 31.
**Jesús Rojano, Y esto, ¿para qué sirve? Catequistas 266 (Febrero 2018), 19.