Francisco José Romero Galván, director del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado, escribía: «Por otra parte, que la catequesis, como dices, debe ser una escuela de oración, creo que estás en lo cierto. Si tenemos como meta de la iniciación cristiana que el catequizando viva en comunión con Cristo, amándolo, siguiéndolo e imitándolo, hay que buscar espacios en los que les enseñemos a orar, a ponerse en contacto con Jesucristo, a conocerlo interiormente, a descubrir su amor, a desear ser discípulo, a entregarse a Él. Hay que educar en el silencio, en la acogida del amor de Dios, en la adoración, en la escucha… estas actitudes permitirán ir avanzando en el camino hacia la meta que deseamos alcanzar. Te diría que en cada catequesis tengas un espacio para la oración, tanto la personal como la comunitaria, de la misma manera que es imprescindible organizar retiros, encuentros de oración… para que experimenten la presencia del Señor y aprendan a escucharlo con sosiego y silencio. Nunca estos espacios serán una pérdida de tiempo. Por tanto, la catequesis es una escuela de oración».*
Anímate, catequista, para acercar y acompañar a tus catequizandos en su relación con Jesucristo a través de la oración. Como equipo de catequistas, tened momentos de oración en las propias sesiones de catequesis y organizad espacios de oración fuera de ellas. Además, iniciadlos en las celebraciones y momentos de oración de la comunidad cristiana.