Decía la Asociación Española de Catequetas (AECA) en sus reuniones de los años 2003 y 2004: «Estamos pasado, pues, de una situación de “cristiandad” a una situación de “misión”, y en ella las cosas deben funcionar de otra manera. Ello “implica una revisión importante de nuestros dispositivos pastorales (…). Nuestros obispos piden una catequesis diferente, una “catequesis misionera”. Sin embargo Mons. Fernando Sebastián afirmaba en diciembre de 2004 en el Congreso de Apostolado Seglar (Cf. Vida Nueva, 2450, 2004: 24): «Muchos de nuestros métodos y nuestras aspiraciones han cambiado bastante poco. La inmensa mayoría de nuestras parroquias, de nuestros colegios, de nuestras asociaciones siguen viviendo y actuando ahora como hace veinte, treinta o cuarenta años. Y en muchas casos, peor, porque somos más rutinarios, porque tenemos menos iniciativas, porque la mayoría somos ya muy mayores».
Caminamos hacia una Iglesia donde lo “cuantitativo” se va a ir desplazando a lo “cualitativo”. La Iglesia del futuro va a ser más “minoritaria” pero más “fermento”, con menos poder o presencia social, pero más “testimonial”. Podemos ganar mucho en presencia evangélica”. Nos hallamos, pues, ante un reto que no podemos seguir obviando eternamente».*
Si hace veinte años la AECA nos decía todo esto, ¿qué decimos ahora? Nuestras comunidades deben apostar por el “Primer Anuncio”. Nuestra catequesis debe ser misionera. El papa Francisco nos ha recordado en muchas ocasiones que estamos en un cambio de época. El régimen llamado “de cristiandad” ha dejado de existir. Como dijo la AECA en las reuniones de estos dos años, hemos pasado de una fe heredada a una fe libremente aceptada. Como catequistas vamos a ponernos las pilas para iniciar a nuestros catequizandos en el conocimiento y en el seguimiento de Jesús.
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