Dice Manuel María Bru, Delegado de Catequesis de la Archidiócesis de Madrid: «El buen catequista es un contagiado de la epidemia de la confianza. Allá donde va (no solo en la catequesis) contagia confianza. ¡Cuántos catequistas contagiados he conocido! Aunque no quieran, la lían. Porque la epidemia de la confianza no tiene cura posible. Es un “contagio” que no provoca sarpullidos ni toses. Solo paz, alegría y esperanza. Parece que siempre en silencio estuviesen tatareando la frase de Santa Teresa: Nada te turbe, nada te espante, quien a Dios tiene, nada le falta.»*
Este lunes, fiesta de san Prudencio, patrón de la tierra de Alava y ‘ángel de la paz’, nos animamos a mantener esa epidemia de confianza y a fomentarla en nuestros grupos de catequesis y de catequistas. Como dice más adelante Manuel Mª Bru, «la confianza no es excusa para no “trabajar” la catequesis. Confianza no es dejadez, ni pereza, ni flema, ni despreocupación, ni cesantía. El buen catequista no “cesa” en su cometido. Pero su cometido convencido de que este es inútil sin la Providencia Divina».*
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