Ya antes de la aprobación pontificia en 1839, la congregación iba creciendo y extendiéndose. El venerable Luis Querbes solicitó al gobierno del país que la congregación fuera autorizada para todo el territorio francés. El 15 de marzo de 1851 el Consejo Superior de Instrucción Pública autorizaba la congregación para toda Francia.
Para responder a las peticiones de apertura de escuelas el padre Querbes reducía, a veces, la formación de los religiosos, también aceptaba con demasiada facilidad algunos establecimientos sin asegurarse de que las condiciones financieras serían correctamente mantenidas. Los religiosos iban a los pobres y soportaban las consecuencias de esto; vivían pobremente.
A medida que crecía la congregación exigía de su superior una atención mayor: negociaciones con los párrocos, con los alcaldes, correspondencia con los religiosos, visitas a las escuelas. Todo esto acaparaba el tiempo del Padre Querbes, estando en algunas ocasiones desbordado por el trabajo, pero él tenía el carácter vivo y entero de un superior habituado a trabajar mucho. Una de sus mayores preocupaciones era conservar muy vivo el fin primero de la sociedad.