El papa Francisco terminaba su mensaje pascual, el pasado domingo de Resurrección, diciendo: «¡Dejémonos vencer por la paz de Cristo! ¡La paz es posible, la paz es necesaria, la paz es la principal responsabilidad de todos!». ¡Y también nuestra!
«La catequesis tiene una intrínseca dimensión cultural y social, en cuanto que se sitúa en una Iglesia insertada en la comunidad humana. En ella, los discípulos del Señor comparten «los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo» (GS 1). (…) La catequesis participa del reto eclesial de oponerse a procesos centrados en la injusticia, en la exclusión de los pobres, en la primacía del dinero; trata, al contrario, de ser un signo profético de promoción y plenitud de vida para todos» (Directorio, 319).
Y más adelante, en el nº 389: «Es parte integrante del camino de profundización de la fe la maduración de una visión social y política atenta a la eliminación de las injusticias, a la construcción de la paz y a la salvaguardia de lo creado, a la promoción de varias formas de solidaridad y de subsidiaridad».
En vísperas de la fiesta de san Prudencio, patrón de las tierras alavesas y “ángel de la paz”, nos comprometemos como catequistas en la construcción de la paz, «una paz llevada con la fuerza al compromiso de testimoniar concretamente la paz de Jesús» (Papa Francisco, Catequesis sobre la paz de Pascua, Audiencia de 13.04.2022).