Continuamos con aquellas diez preguntas a las que respondió Manuel María Bru en el Encuentro de formación del pasado mes de marzo. A esta respondió: «”Solo una catequesis que vaya de la información religiosa al acompañamiento y a la experiencia de Dios será capaz de ofrecer un sentido. La transmisión de la fe se basa en experiencias auténticas” (Directorio, 371)… Cuando los catequistas compartimos la fe, el Credo, la Palabra, con los catequizandos, tenemos que hacerlo de tal modo que los catequizandos y los catecúmenos vean que eso ha pasado por nuestra vida, por nuestro corazón, por nuestra experiencia, que nos hemos jugado muchas cosas en la vida a la luz de esa Palabra de Dios y a la luz de ese Credo que profesamos».
Manuel María continuó: «Decía Jorge Mario Bergoglio en un discurso a los catequistas, como arzobispo de Buenos Aires antes de ser elegido Papa: “La catequesis es la transmisión de la memoria de la fe de la Iglesia a través de la memoria de la fe del catequista”».
Y, a continuación, recalcó: «Tanto “la memoria de la fe de la Iglesia”, elemento objetivo, como “la memoria de la fe del catequista”, puesto que esta está implicada en esa transmisión. Si no -siguió diciendo Manuel María–, el catequista se convierte en un mero altavoz como si no le tocara a él, como si no pasara con él, y eso no atrae, no provoca, no dice nada… Tiene que ser siempre desde la experiencia y el testimonio. Siempre hemos dicho que un buen catequista -en este sentido fundamental de que sea un hombre y una mujer de Dios- con los peores métodos dará una buena catequesis. Mientras que un catequista mediocre, ya puede tener los mejores métodos del mundo a su alcance, que dará una mala catequesis».
Queda dicho.