Los alaveses celebramos hoy la fiesta litúrgica de Santa María de Estibaliz, patrona de la diócesis de Vitoria y de nuestra provincia. El calendario litúrgico nos invita a todos a celebrar el “Dulce Nombre de María”.
Dice el Directorio para la catequesis (284): «La Palabra de Dios es dinámica: crece y se difunde por sí misma (Cf. Hch 12,24), teniendo “en sí una potencialidad que no podemos predecir. El Evangelio habla de una semilla que, una vez sembrada, crece por sí sola también cuando el agricultor duerme (Cf. Mc 4,26-29). La Iglesia debe aceptar esa libertad inaferrable de la Palabra, que es eficaz a su manera, y de formas muy diversas que suelen superar nuestras previsiones y romper nuestros esquemas” (Evangelii Gaudium, 22).
Al igual que María, también la Iglesia profesa «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). Se pone así al servicio de la Palabra del Señor, se hace su custodia. El Señor mismo se la confió, no para que la escondiera, sino para que resplandezca como una luz para todos. La Palabra de Dios es pues el origen de la misión de la Iglesia. “Es la Palabra misma la que nos lleva hacia los hermanos; es la Palabra que ilumina, purifica, convierte. Nosotros no somos más que servidores” (BENEDICTO XVI, Exhortación apostólica postsinodal Verbum Domini, 93)».
En el día de Santa María de Estibaliz y del Dulce Nombre de María, podemos recordar el pasaje del profeta Ezequiel: “Hijo del hombre, come lo que se te ofrece, como este rollo y ve, luego, a hablar a la casa de Israel. Yo abrí la boca y me dio a comer el rollo… Lo comí y fue en mi boca dulce como la miel” (Ez 3,13).
Catequista: endúlzate con la Palabra para que esa dulzura lleve a tus niños, niñas y jóvenes a Jesús, que es más dulce que la miel.