Decía Juan Carlos Carvajal*: «Muchas veces nos preguntamos por qué nuestras catequesis no logran los frutos esperados. Y no terminamos de hallar la respuesta. Probablemente, esta falta de resultados tiene su raíz más profunda en que los que siguen nuestros procesos no poseen la actitud necesaria para reconocer en sus vidas la presencia de Jesús y la humildad para acoger sus dones. Esta actitud fundamental que dispone a ser receptivos del Evangelio se llama fe y conversión inicial».
Continuaba diciendo que debemos tener un tiempo previo a la catequesis en el que pongamos al catequizando en relación a las experiencias fundamentales de la vida con el anuncio del kerigma; de anunciar, de un modo significativo, a los buscadores de Dios que Jesús les ama, que dio su vida por ellos y que ahora está vivo a su lado, para iluminarlos, fortalecerlos, liberarlos (cf. Francisco, Evangelii Gaudium 264). Ciertamente, el anuncio no es algo mágico, necesita tiempo para trabajar poco a poco la mente y el corazón de quien busca a Jesús. Este tiempo es el precatecumenado-precatequesis. Si la persona se va abriendo al anuncio del amor de Dios en su Hijo, Jesús, entonces siente que algo dentro de sí cambia».
¡Qué importante es el primer anuncio! Si no son las mamás, los papás o los abuelos, en su caso, tendremos que ser nosotros, catequistas, quienes despertemos la sed de Dios y acerquemos a nuestros niños y jóvenes a Jesús, el ‘agua viva’.
*Juan Carlos Carvajal: La catequesis como iniciación en el discipulado, Catequistas 286 (2020), 11-14.