Parece que es más fácil transmitir en la familia ser hincha del equipo local de fútbol o baloncesto, que transmitir la fe. Decía el editorial de la revista Mensajero de noviembre pasado*: «Hablar de la transmisión de la fe en la familia, de entrada, se hace complicado. (…) Y, sin embargo, el primer lugar de transmisión de la fe es la familia». Y, a continuación, aborda tres retos:
– La práctica religiosa: «No cabe duda de que el ejemplo ayuda. De nada sirve predicar sin el ejemplo. La práctica religiosa va dejando cierta huella…».
– El testimonio: «La fe la transmiten los testigos… Los hijos, a menudo, interiorizan lo que ven en casa… Una fe vivida despierta preguntas… Es importante que los pequeños puedan preguntar por Dios y encontrar respuestas».
– Todo lo referido al ámbito de la iniciación cristiana: «Hoy está tan sacado de quicio todo, que algunas primeras comuniones parecen coronaciones. Quizás en nuestras manos está simplificar para ayudar a descubrir lo esencial. Rebajar un poco lo externo, los gastos, los excesos, para valorar −y ayudar a valorar más− el verdadero regalo de la iniciación cristiana. Descubrir a Dios que, desde que empieza la vida, está en el camino con nosotros».
“Editorial”: Mensajero 1548 (noviembre 2022), 3.
Ahí queda, catequista, para tu reflexión, y la de tu equipo, si te parece bien.