Decía Carlos Osoro Sierra*, Cardenal Arzobispo de Madrid, en uno de los encuentros con catequistas: «Los catequistas tenéis que ser cercanos también, interesados por los chavales, por los chicos y chicas, por su vida; que puedan contaros, que puedan tener a alguien de confianza, que os digan las cosas; que si hay que llorar, lloréis con ellos y, si hay que reír, riais con ellos. Y lo mismo que me pido a mí como obispo que hay que hacer esto, os lo pido a vosotros, y por supuesto a los sacerdotes y a todos… A mí me parece que la distancia no arregla nada, la distancia lo estropea todo; sin embargo, la cercanía la escucha… lo arregla. Y para poder escuchar hay que ser cercanos a la gente y dejar que te diga. Si no estás cercano, inventarás, hablarás en el aire, pero no hablarás de los problemas reales de la gente, de los que tiene y te los cuenta. La gente está deseando hablar. (…)
Catequistas, sed cercanos; sed cercanos porque anunciáis a una persona que vive, no anunciáis unas ideas. (…) Una persona que nos ama, que nos quiere, que no nos abandona, que está a nuestro lado, que toma rostro a través de nosotros, que quiere hacerlo así, que nos ha pedido un día: “Oye, ¿me dejas tu vida para hacerme presente en ti?”. Y nos ha dado su vida en el Bautismo… Y todo eso no nos lo podemos guardar para nosotros: es su vida la que nosotros tenemos que entregar a los demás».
La cercanía es clave en tu acompañamiento. Seguro que ya lo vives, lo experimentas así. Aunque, a veces, te cueste, sigue cercana, cercano, con tus niños, adolescentes y jóvenes… ¡Y con sus familias!
*Carlos Osoro Sierra, Catequistas con corazón (Didajé, n. 39), PPC, Madrid 2022, p. 30.