En este comienzo del curso pastoral, prácticamente simultaneado con el curso escolar, nos pueden venir bien estas palabras de los obispos españoles: «La iniciación cristiana no se puede reducir a un simple proceso de enseñanza y de formación doctrinal». Abundando en esta idea, escribe Juan Carlos Carvajal Blanco: «Es preciso que, de una vez por todas, se supere una catequesis de tipo escolar, centrada en la mera adquisición de conocimientos doctrinales. Pero, en el otro extremo, tampoco hay que caer en una catequesis emotiva que busca la adhesión de la fe por vía emocional. La auténtica catequesis iniciática reclama, en palabras de los obispos, un “aprendizaje de la vida cristiana”. *
Como dice el Directorio General para la Catequesis (84,b): «Las tareas de la catequesis corresponden a la educación en las diferentes dimensiones de la fe, ya que la catequesis es una formación cristiana integral, “abierta a todas las esferas de la vida cristiana” (CT 21b). En virtud de su misma dinámica interna, la fe pide ser conocida, celebrada, vivida y hecha oración. La catequesis debe cultivar cada una de estas dimensiones».*
Catequista: No nos lo ponen fácil nuestros obispos. Pero, es verdad. Nuestra catequesis debe ser una iniciación a la vida cristiana en todas sus facetas. Claro, cuando una persona sigue a Jesucristo, lo sigue toda ella, lo mismo que cuando amas a alguien, lo amas con todo lo que eres. ¡Ah! Recuerda que el Maestro te acompaña, que él te inspirará, te animará, pondrá sus palabras en tu boca para que acompañes en el aprendizaje de la vida cristiana a los niños, adolescentes, jóvenes o adultos que él mismo te ha encomendado. Siéntete acompañada, acompañado en tu hermosa, y a veces difícil, misión de catequista.
* Ambos párrafos en Asociación Española de Catequetas (AECA), El acompañamiento en catequesis (Didajé, n. 16), PPC, Madrid 2019, pp. 40-41.